lunes, octubre 31

¿vehemencia?

Cuando salgo de un bache, caigo en otro. No sé, puede que me guste el sentimiento de incomprensión y dolor continuo. Pero algo de lo que si estoy segura, es que no te conozco de nada, no he explorado ningún rincón de tu mente, pero ya me he atado a ti. Alguien debería de quitarme estas cuerdas de las manos, tan sólo las uso para hacerme daño. O bien me amarran a personas que no me quieren en su día a día, o bien me quitan mi libertad, de una manera u otra. ¿Es tan difícil que me miren como el Sol a la Luna? ¿Que no intenten comprenderme, porque no se puede, pero tan sólo sostenerme mientras la noche alimenta mis pesadillas? ¿Que no me acaricien durante el alba cuando horas más tarde, desapareceré de sus corazones al salir el sol? ¿Seré capaz alguna vez, algún día, de dejar de sollozar sobre los zapatos de aquellos que sólo me echan tierra encima? Es curioso, cómo guardo estos deseos de hacerte mío, cuando no sabes ni que ocupo un sitio en el mundo. Me reconforta amarte, sabiendo que dedicas tus ojos llenos de afecto a otra persona, mientras mi corazón se desborda. Rebosa un odio que no es odio, realmente es tristeza, amor caducado, que al no saber qué hacer con esas ruinas, lo convierto en indiferencia, que me mata por dentro. Y mientras remiendo con agujas y dedal este órgano que no funciona por sí mismo, miro por la ventana, y llega la bruma que tanto temo, con todos los recuerdos que tu persona invoca. Intento disiparla, pero ya vive conmigo (y no paga alquiler), y dejo que me envuelva mientras termino las quincuagésima costura. Contemplo mi obra, con más hilo que carne, suspiro y digo: solía pensar que tu alma cabía dentro, pero era tan grande, que estallé por dentro. Y aquí me hallo, perdonando todo el daño, noches de insomnio, y todos los besos que no me diste, mientras ni siquiera te dignas en mirar hacia atrás, hacia mí. Algunas noches prometo odiarte. Ya no sé quien eres, qué has hecho con tu preciosa mente y tus sentimientos, tan puros que me daban ternura. No tenías un ápice de maldad en tu cuerpo, pero mírate ahora. ¿Qué te han hecho, alma gemela? Puede que después de todo, no estuvieras diseñado para encajar conmigo. A veces pienso que soy una pieza que no encaja en ningún puzzle, y seguiré vagando de rompecabezas en rompecabezas, hasta que me rompa a mí misma. Siempre creí que tenía que adaptarme a la gente a la que amé, para intentar que me acogieran en su corazón. Pero no he podido ser más tonta. Estoy descubriendo que hay personas que encajan contigo, que sin intentarlo, te das cuenta de nuestras manos están hechas la una para la otra, al igual que el resto de nuestros cuerpos. Y tan sólo puedes esperar que él también se de cuenta, porque has visto en él vacíos que tú puedes llenar, y viceversa. ¿Será cierto que para cada llamarada, hay una gota de agua para calmar su febril existencia?


No hay comentarios :

Publicar un comentario

Amor animi arbitrio samitur non ponitur.