domingo, octubre 16

i'll be good

¿Podré soportar mucho más el peso de mi alma? ¿De qué estoy hecha, por qué no me he roto aún? Los días vuelan con el viento del otoño, las hojas del calendario se queman en la chimenea, y ya hace bastante que estoy cansada de tener que hacer lo que antes disfrutaba. Todo me cuesta, todo me pesa, y todo me aplasta. Tengo miedo de mí misma, de mi aguante, de mi cobardía. Cada vez me siento menos independiente, menos segura de quien soy y de qué debo hacer. Tantos planes y sueños que tenía escritos en mi memoria, y ahora mueren sin merced. No merecen vivir, tampoco yo, pero algo me anima a continuar - debe ser algo fuerte para que me ate los pies a la tierra. Ni el Clair de Lune de Debussy me emociona como antes, ni disfruto de un día invernal, ni me pierdo entre libros. La música entra por un oído y sale por el otro (literalmente), el frío me corta la piel y no puedo leer más de dos líneas sin sentir que quiero estallar. ¿Por qué yo? ¿Por qué me ha tocado a mí sufrir cuando no tengo motivos? ¿Por qué tengo que tener una melancolía crónica? Ningún berrinche me libra de los monstruos de mi cabeza, que siguen comiendo las entrañas desde que tengo noción de la vida. No quiero salir jamás de esta habitación, pero aquí dentro me falta el oxígeno. Puedo llenar mis pulmones hasta que sienta que explotan, pero aún sentiré el ahogo en la garganta. Mi corazón nunca está tranquilo. Ante cada peligro imaginario corre como si fuese a solucionar algo, como si pudiese escapar de la maldición que llevo dentro. Y como siempre, ahí sigues tú, bien dentro de mi vida. Yo teniendo que aparentar ser normal cuando no puedo pensar con claridad, cuando estoy obligada a quererte, porque hay algo en mí que me dice que estoy atada a ti. Ojalá lo vieras. El hilo que nos une, lo utilizaré como soga. Si no sirve para que vuelvas a mí, le daré un buen uso. Perdón por pensar que siempre estarías a mis pies, pero no soy previsora. El destino nos une y nos separa, siempre con miradas y conversaciones inconclusas de por medio, dejándome con ganas de más, pero sin fuerzas para continuar. Como bien decía Schopenhauer, la vida es un sufrimiento constante, y lo he podido sufrir en mis propias carnes. ¿Tengo razones? Cero. ¿Estoy diseñada para no ser feliz? Segura al cien por cien. ¿Estoy jugando a probar cuanto más puedo aguantar? Ojalá lo estuviese, porque si así fuese, podría parar los pensamientos infernales que me devoran en cualquier instante.


2 comentarios :

  1. En el fondo me doy cuenta de que no soy la única alma rota de este planeta... Dichoso arte que nos acoge

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Si tan sólo el hecho de escribir nos curase por dentro... Muchos ánimos, Helena ♡

      Eliminar

Amor animi arbitrio samitur non ponitur.