martes, mayo 26

Simbiosis I

Se mueve al compás de sus cabellos. Se mecía en la risa del huracán, miraba a los ojos del miedo. De vez en cuando me imaginaba surcos en sus mejillas, marcas de su sonrisa. Pero me resultaba imposible visualizarla desgastada, usada, cansada de la vida. Parecía un ser creado con el único fin de ir tocando y dejando huellas en la vida de la gente, para luego abandonarlas, por su propio bien. Demasiado tiempo con esta persona podría ser devastador. Ella misma lo reconoce: es una catástrofe latente. Y no se avergüenza de ello, dice mientras una mirada desafiante se escapa entre sus mechones teñidos de sol. Corre por barrancos, se cuelga de mis pesadillas. ¡Y cómo lo hace! Acaricia los demonios de mi mente sin ningún pudor, los calma, los apacigua. Entonces mis temores y perturbaciones desaparecen. Me impregna su aroma a sal, su ímpetu robado de las olas indomables del océano. Un día puede llegar amarte hasta estrangularte, y otro día tan sólo se limita a perder la vista en el vacío, como si tratase de encontrar algo en él. Quizá se pregunte cómo es capaz de dejar brotar tanto afecto en una fracción de tiempo incontable. Me entran ganas de acariciarla, de decirle que deje de habitar en su cabeza. A veces piensa demasiado. Nunca lo ha mencionado, pero su mente tiene pinta de ser un lugar muy oscuro. Y bello. Un lúgubre paraíso donde crecen rosas voluminosas, pero sus pensamientos de matices perversos las desintegra por completo. Suena un trueno, y comienza a llover. Con mucha fuerza. Y vuelven a crecer las flores. Creo que no hay sol, no se permite tener tal privilegio en su interior. Dice que no se lo merece. Dice que no le importa nada. Y yo tengo miedo, de que esos pensamientos, en lugar de aniquilar su bello jardín, termine con su persona. Pero eso sólo sucede en épocas determinadas. Otras veces, juraría que es un astro reencarnado en un cuerpo humano. Parece infinita, deleitando el paisaje con su luz. Y yo no puedo evitar ahogar un sollozo. Es tan preciosa, y ella no lo entiende. Pretende ser la peor criatura viviente, porque eso es lo que ella piensa. La aurora está inyectada en sus venas, miles de constelaciones habitan en su corazón numerosamente enmendado. A veces se te acerca, se sienta a tu lado, suspira, y te cuenta la historia más emocionante que hayas escuchado jamás. Te cuenta su perspectiva de la vida, su teoría de que todo es una versión más pequeña de algo grande, sus hipótesis sobre la existencia, los sueños que se esconden tras sus párpados, sus intentos de hacer feliz al mundo cuando no puede empezar ni por ella misma, y entonces la miras con impotencia. Me he dado cuenta que desde que el día que pisó mi vida, todo ha empezado a girar en torno a ella. Y me ha cambiado por completo. Lo resumiré en que ha hecho que, cuando creo que todo es oscuridad, intento buscar las estrellas. Y la encuentro a ella.

sí, soy yo 



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Amor animi arbitrio samitur non ponitur.