domingo, mayo 11

pritemps

Sentada cerca del alféizar de la ventana, escribía mentalmente aquello que había invadido su mente desde hacía varios comienzos de primavera. Haces de luz traspasaban los cristales empapados en un aguacero recién ido; seguía el trayecto de las gotas con la yema de los dedos. Era consciente de que el invierno se había marchado, la había abandonado, y no iba a volver en mucho. Le dejó una carta de despedida en los sabañones de las manos y en los jerséis de lana tirados en la cama. Puede que le fuera a echar de menos, pero ya había experimentado otras veces la euforia primaveral. Algo entumecido durante el invierno despertaba con los primeros días de calor, haciendo que un flujo de emoción revoloteara por su esófago hasta alcanzar la campanilla. Planes, ideas y recuerdos futuros llenaban las hojas blancas de sus cuadernos reservados para cuando su vida comenzara. Cada una de sus terminaciones nerviosas despertaba nostalgia, pero sentía que se disipaba cuando el sol le abrazaba la piel, los volantes flotaban alrededor de sus piernas y el agua salada engullía sus manos. La esperanza de que algo grande iba a pasar, se desbordaba por su mirada. Que alguien la iba a rescatar de aquella monotonía insufrible.


2 comentarios :

  1. ¡hola! eso es el verano, despierta la parte salvaje y aventurera. llena de nostalgia y emoción, de nuevos caminos, y futuros. bonita historia.
    un beso.

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    1. Las historias salen de lo que el corazón anhela.
      Gracias por pasarte, un abrazo.
      xxx

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Amor animi arbitrio samitur non ponitur.