domingo, julio 3

¿Hiatus? (y un poco sobre mí)

He estado muchísimo tiempo sin tocar un bolígrafo, pluma o teclado con intención de escribir. No es que me haya hartado, ni mucho menos. De hecho, siento que una parte de mí no puede vivir sin hacerlo regularmente. Sin embargo, a lo largo de este año me he estado hundiendo en una tristeza aplastante, como una nube que nunca se disipaba. Para evitar que todo lo que me apasiona se "contaminara" también de ella, dejé de lado todas esas cosas.  Por lo que he vivido privándome de lo que adoro hacer. He decidido que ya he tenido suficiente, y que necesito volver a expresar lo que el corazón me dicta en forma de palabras. Siento mucho todo este período de abandono (no sólo al blog, sino a mí misma también), no volverá a ocurrir. Lo que si es cierto es que nunca he estado tan falta de inspiración. Mi inspiración se alimenta de amor, y carezco de ello. Siempre he pensado que era una persona solitaria: todo lo contrario. He descubierto que necesito compañía constante a toda hora, la soledad me hunde en la miseria, y me he dado cuenta a estas alturas de la vida. Como mujer (o casi) de 17 años, tengo necesidades de atención de un bebé de seis meses, comportamiento de una niña de doce, y mentalidad de una persona de veintitantos años. Todo esto mezclado, sólo puede significar una cosa: CAOS. Mi vida nunca ha destacado por gozar de orden, pero creo que ya va siendo hora de poner un poco. Soy una persona extremadamente sensible, llegando a límites en los que perjudica mi salud, y diréis, ¿cómo es eso posible? Pues, todo lo malo que me ocurre, no deja de danzar en mi cabeza hasta que termino explotando. Literalmente. Como una olla a presión. Por lo cuál, la sensibilidad es uno de mis puntos débiles, porque me despoja de toda fuerza, perseverancia y fuerza de voluntad que tengo. Estoy harta de mi mente compleja, ¡ojalá fuese una persona más simple! Pero si lo fuera, no cometería las locuras que me definen. Os voy a contar un poco de mi vida. Acabo de terminar primero de bachiller, en principio de humanidades, porque estaba loca por estudiar traducción. Pero, a mitades del tercer trimestre, me dio el arrebato de mi vida. Me explicaron en profundidad la carrera, y no me gustó un pelo. El hecho de tener que estar sentada frente un ordenador 24 horas al día, 7 días a la semana no es lo mío. De hecho, yo quería ser intérprete, pero no puedo vivir solo de conferencias. Por lo que, no habiendo estudiado matemáticas ni física en un año, me cambié al bachillerato tecnológico, sin más explicaciones. No sé como lo he hecho, pero he conseguido aprobar 4 evaluaciones de las 9 que tenía que recuperar en tres meses (matemáticas, física, química y dibujo técnico). Y por si fuera poco, también me tenía que preparar un B2 de francés para junio, en medio de la semana de finales. Mi tranquilidad es que ya lo he hecho todo, y tengo el verano entero para prepararme lo que me falta de las asignaturas. También tengo una gran meta a largo plazo: entrar en el conservatorio de danza. Supongo que ya lo sabréis, pero mi vida está basada en el ballet. Desde hace un año. Resulta que siempre tengo que ir contracorriente, por lo que me decidí a empezar a aprender hace escasamente un año. La danza clásica ha sido algo que me ha apasionado desde que tengo uso de razón. Me tragaba las pelis de Barbie sobre ballet una tras otra y me ponía triste porque jamás me convertiría en bailarina. ¿Y por qué tan tarde? La respuesta es simple: soy muy tímida y tenía miedo de que se rieran de mí. Entonces empecé a dejar la idea de lado, hasta que a los 16 encontré una pequeña academia de barrio que aceptaba chicas como yo (que no saben ni como se escribe ballet), y así empecé. Estoy muy contenta de reconocer que he avanzado mucho más de lo que esperaba en este tiempo. Mi profesora ha visto que con mucho esfuerzo, puedo lograr entrar en el grado profesional del Conservatorio el año que viene. Pero claro, como siempre, estaría rodeada de niñas con el triple de mi nivel y con cinco años menos. Pero ya me he hecho a la idea y no me importa. Lo gracioso: compaginar la Universidad y la danza. En otras palabras: hacer dos carreras a la vez. No sé si es que me gusta sufrir o simplemente vivo para los retos. ¡Gracias por quedarte hasta el final!

1 comentario :

  1. Esa es la actitud. Por experiencia te digo que, aunque cueste, se puede lograr todo lo que uno se proponga. Aquí me tienes, he terminado segundo de bachiller y mi último curso de piano; con muchísimo esfuerzo, muchas veces queriendo quedarme metida dentro de la cama, pero lo mejor es que he hecho lo que he querido sin importar los obstáculos que se me ponían por el camino. Todo mi apoyo con las dos carreras, porque se puede ^^

    ResponderEliminar

Amor animi arbitrio samitur non ponitur.