miércoles, mayo 21

efectos colaterales,



Sal. Saliste de mi corazón, dejándolo desamparado a la luz del día, y para terminar, espolvoreaste sal sobre la herida. La misma que me prometiste curar y sanar a mi lado. Echar los puntos para cortarlos con los trozos afilados de una promesa rota. Ahora todo duele, pero mantenerse en pie es satisfactorio. El único sonido que pueden seguir haciendo mis cuerdas vocales, es una risa amarga con un toque de acidez (supongo la que traía tu mirada penetrante, pero impenetrable). Me aferré de tu mano como un clavo ardiente, y justo cuando iba a salir, me soltaste. El vacío se apoderó de mi cuerpo, colándose sin piedad por las grietas de mis paredes. Me hiciste sentir tal calor abrumante, que cuando dejaste abierta mi fachada, al escapar rompió todo lo que con tanto trabajo había construido para no dejar que nadie entrase. Volvió aquel invierno interior que tanto anhelo me había provocado, pero de nuevo me sentía inválida, indefensa, vulnerable. Te llevaste lo que quedaba de mí, y lo único que tengo ahora es la nada que manaba de tus ojos.

1 comentario :

  1. ¡hola! me gusta tu narración, me gusta la gelidez de su final, el escozor del invierno vacío. y esos ojos. la nada. (me encanta el efecto de la barrita lateral, ¿es el mar?)
    un beso.

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Amor animi arbitrio samitur non ponitur.