viernes, abril 12

through the woods we ran

A medida que ha ido pasando el tiempo, y mis inseguridades han ido creciendo, he desarrollado una forma de ver a la gente que nunca antes había pensado. Siempre he sido muy observadora. Me gusta estar sentada, observando a la gente y admirar sus mejores rasgos, su forma de reír y gestos que hacen con las manos. Cosas así. Aparte de eso, también estoy aprendiendo a ver la "belleza" que tiene la gente. No la exterior (aunque también puede ser el caso.), sino la interior. Puede sonar un tanto (muy) cursi, la "belleza interior". No es nada filosófico ni nada por el estilo. Sino que he aprendido a interpretar lo capaces que son algunas personas de sacrificarse, de ayudar, o de incluso tan sólo sonreírte. Que no le importe tan sólo lo superficial, y que sepan apreciar los sentimientos de los demás, y que los respeten. En general, también se podría llamar gente con buen corazón. Pero no todo el mundo lo posee. Hay personas que pueden ser muy amables y serviciales, pero en ellos sólo reina el egoísmo y el orgullo. Y se sabe reconocer eso si te fijas bastante. Esa faceta de la gente me ayuda a saber a quiénes abrirme y a quiénes no.

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Amor animi arbitrio samitur non ponitur.